domingo, 9 de enero de 2011

You, in my mind





Ayer soné con tu figura, femenina, esbelta, suave... Con esa blanca palidez que me gusta besar hasta derretir tus negativas, con tus pechos sonrosados y pequeños, que parecían tener vida propia con tu respiración anhelante y que parecían apuntar al cielo con sus pezones firmes y rojos cuan hierros candentes.



Soné contigo, sentí tus besos, largos y abismales como una noche de invierno incandescente de auroras boreales. De repente se encontraron nuestros labios, nuestras bocas, nuestra saliva, nuestra fiebre... No había mas. Estábamos solos en medio de la noche, unidos y locos de pasión, de placer, de libidinosa búsqueda de nuestras cuerpos, de amor...


Mi mente me abandono por ti, engarzada a esos besos que parecían bucear en ti, avanzar por ti. Me sentía mas que nunca enredado contigo, pero quería mas, quería conquistarte mas, poseerte mas, hacerte mía todavía mas y yo mas tuyo. Mis manos parecían cobrar una vida que no había conocido antes acariciando tu sexo, sintiéndote hasta en lo mas hondo, mojada, abierta, caliente, excitada y vibrante.


Si, eran besos intensos, inacabables, largos y profundos, como nunca los había conocido. Te sentía pegada a mi, como el agua tibia de un mar en calma. Que tórrida que estaba tu carne, tu piel, tu lengua, las gotas de sudor rodando por el cuello. mis brazos te exploraban, te manoseaban, te cogían, te ataban a mi atrayendo con violencia tus caderas a mi pene tieso y animal y volviéndome enajenado de placer al sentir tu coño rasurado, suave, blando, manejable y resbaladizo... Como un vaso de aceite perfumado.


Abrí tus piernas, rompí tus pantys, te bese en el clítoris poniendo en la lengua todo el calor del infierno y separe tus labios vaginales preparando la entrada, buscando tu placer, masturbándote y jugueteando con tus labios vaginales entre mis dedos.



Fue como ese instante en que de repente los fuegos artificiales estallan en el cielo en mágicas cúpulas donde los colores se deshacen en cada vez mas colores y formas. Me desperté con mi pene tieso como una pertiga, con la mismas ganas de volar... Pidiendo guerra y penetrarte, poseerte. Pensar que unas horas mas tarde... Íbamos a estar tan cerca y a la vez tan separados, tan próximas y a la vez tan lejos.


Siempre es lo mismo. ¿De que me sirve sentirme tan loco por ti, tan ebrio de la música de tu voz, del ritmo de tus pasos, de tu mirada expectante, de tu cabello tan negro... Si te siento tan lejos, si estas en lo mas remoto, en una lejana cumbre que sueño alcanzar? Pasas a mi lado, casi toco tu presencia. Se que estas ahí. Yo me hago el duro y no lo doy importancia. Sigo con mi actividad, con mi vida, con mi stress, mientras a veces vislumbro en tu proximidad el canal entre tus pechos, la roja tentación de tus labios, el brillo tímido de tus ojos... A cada minuto mi mente se quiere liberar de ti. Más... ¡Como poder conseguirlo si a cada minuto mis manos piensan en el calor que guardas entre tus muslos!



Eres como una obsesión, como un año de amor que nunca parece acabar. El mundo sigue andando cada día pero cada noche amanece el deseo de comerte a besos, de raptarte, de atarte, de desnudarte, de encerrarme contigo y tirar la llave por la ventana, romper todos los teléfonos de la casa y acallar tus protestas con besos de fuego. Seducirte es una palabra muy sugerente a mis oídos... Muy deseable... Ponerte nerviosa e intuir que la pasión, corriendo por tus neuronas, te habla de mi. Volverte loca... Incluso de celos. ¿Como conseguir romper moldes y lograr que aunque tu no lo quieras mojes tus bragas... Pensando en mi, en medio de la noche?


Rutina. Siempre tan discreta, tan correcta, tan en tu lugar, tan educada como cordial y simpática. Y yo observandote cada día, aunque no te mire, desde mi silencio. Sabes que estoy ahí. Quizás te doy igual, o quizás no. Mi mente me habla de astucia, de no dar importancia a la situación y de dar tiempo al tiempo, de ir socavando poco a poco tus esquemas y no perder la esperanza, pacientemente, de volver a sentir el volcán de tu vientre y de tu ropa interior, de ir desabrochando sin prisas todos los botones de tu ropa en ese momento en que ni tu, puedas evitar que te desnude y abra para hacerte gemir y jadear de placer, abriendo todos tus orificios.